Para volver a ser dichoso era
solamente preciso el puro acierto
de recordar… Buscábamos
dentro del corazón nuestro recuerdo.
Quizá no tiene historia la alegría.
Mirándonos adentro
callábamos los dos. Tus ojos eran
como un rebaño quieto
que agrupa su temblor bajo la sombra
del álamo… El silencio
pudo más que el esfuerzo. Atardecía
para siempre en el cielo.
No pudimos volver a recordarlo.
La brisa era en el mar un niño ciego
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