Buscar-se el sexe i trobar-lo estret entre
brins de franel•la, o damunt una estora, o bé a les cases de dones que estimen sense estimar a penes, o encara sota els bastiments d’un edifici lleig ja abans de ser-ho. Buscar-se la carn havent-la vista créixer sana com un estendard incontestable i mestre, com un senyal de força i de vergonya. Buscar-nos tots nosaltres sense pausa, pensant, Rafel, tot el que no sabries, sabent amb tu que morir és no poder tocar-se. Caure de grapes, Rafel, declinar el cos de l’altre amb la carn fresca, la ment travada i l’ànima penjada d’un cap d’agulla. Fer-se, amb la pell pròpia, la fundació que exalti el nostre nom, fer-se mal quan sigui elegant i bell, fer de la carn i el tacte un tabernacle, un púlpit nou i estrident existència: lluir esclatant de nosaltres mateixos, pelar-se els dits de tant fregar-los, fer la projecció magnífica d’un cos massa ocupat en ser i significar-se.
Sebastià Alzamora
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Poesia i Música
Música i poesia,
un al dia
un al dia
dilluns, 30 de gener del 2017
divendres, 27 de gener del 2017
Crucifixión. Federico García Lorca
La luna pudo detenerse al fin por la curva blanquísima de los caballos.
Un rayo de luz violeta que se escapaba de la herida
proyectó en el cielo el instante de la circuncisión de un niño muerto.
La sangre bajaba por el monte y los ángeles la buscaban,
pero los cálices eran de viento y al fin llenaba los zapatos.
Cojos perros fumaban sus pipas y un olor de cuero caliente
ponía grises los labios redondos de los que vomitaban en las esquinas.
Y llegaban largos alaridos por el Sur de la noche seca.
Era que la luna quemaba con sus bujías el falo de los caballos.
Un sastre especialista en púrpura
había encerrado a tres santas mujeres
y les enseñaba una calavera por los vidrios de la ventana.
Las tres en el arrabal rodeaban a un camello blanco,
que lloraba porque al alba
tenía que pasar sin remedio por el ojo de una aguja.
¡Oh cruz! ¡Oh clavos! ¡Oh espina!
¡Oh espina clavada en el hueso hasta que se oxiden los planetas!
Como nadie volvía la cabeza, el cielo pudo desnudarse.
Entonces se oyó la gran voz y los fariseos dijeron:
Esa maldita vaca tiene las tetas llenas de leche.
La muchedumbre cerraba las puertas
y la lluvia bajaba por las calles decidida a mojar el corazón
mientras la tarde se puso turbia de latidos y leñadores
y la oscura ciudad agonizaba bajo el martillo de los carpinteros.
Esa maldita vaca
tiene las tetas llenas de perdigones,
dijeron los fariseos.
Pero la sangre mojó sus pies y los espíritus inmundos
estrellaban ampollas de laguna sobre las paredes del templo.
Se supo el momento preciso de la salvación de nuestra vida.
Porque la luna lavó con agua
las quemaduras de los caballos
y no la niña viva que callaron en la arena.
Entonces salieron los fríos cantando sus canciones
y las ranas encendieron sus lumbres en la doble orilla del río.
Esa maldita vaca, maldita, maldita, maldita
no nos dejará dormir, dijeron los fariseos,
y se alejaron a sus casas por el tumulto de la calle
dando empujones a los borrachos y escupiendo sal de los sacrificios
mientras la sangre los seguía con un balido de cordero.
Fue entonces
y la tierra despertó arrojando temblorosos ríos de polilla.
Un rayo de luz violeta que se escapaba de la herida
proyectó en el cielo el instante de la circuncisión de un niño muerto.
La sangre bajaba por el monte y los ángeles la buscaban,
pero los cálices eran de viento y al fin llenaba los zapatos.
Cojos perros fumaban sus pipas y un olor de cuero caliente
ponía grises los labios redondos de los que vomitaban en las esquinas.
Y llegaban largos alaridos por el Sur de la noche seca.
Era que la luna quemaba con sus bujías el falo de los caballos.
Un sastre especialista en púrpura
había encerrado a tres santas mujeres
y les enseñaba una calavera por los vidrios de la ventana.
Las tres en el arrabal rodeaban a un camello blanco,
que lloraba porque al alba
tenía que pasar sin remedio por el ojo de una aguja.
¡Oh cruz! ¡Oh clavos! ¡Oh espina!
¡Oh espina clavada en el hueso hasta que se oxiden los planetas!
Como nadie volvía la cabeza, el cielo pudo desnudarse.
Entonces se oyó la gran voz y los fariseos dijeron:
Esa maldita vaca tiene las tetas llenas de leche.
La muchedumbre cerraba las puertas
y la lluvia bajaba por las calles decidida a mojar el corazón
mientras la tarde se puso turbia de latidos y leñadores
y la oscura ciudad agonizaba bajo el martillo de los carpinteros.
Esa maldita vaca
tiene las tetas llenas de perdigones,
dijeron los fariseos.
Pero la sangre mojó sus pies y los espíritus inmundos
estrellaban ampollas de laguna sobre las paredes del templo.
Se supo el momento preciso de la salvación de nuestra vida.
Porque la luna lavó con agua
las quemaduras de los caballos
y no la niña viva que callaron en la arena.
Entonces salieron los fríos cantando sus canciones
y las ranas encendieron sus lumbres en la doble orilla del río.
Esa maldita vaca, maldita, maldita, maldita
no nos dejará dormir, dijeron los fariseos,
y se alejaron a sus casas por el tumulto de la calle
dando empujones a los borrachos y escupiendo sal de los sacrificios
mientras la sangre los seguía con un balido de cordero.
Fue entonces
y la tierra despertó arrojando temblorosos ríos de polilla.
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Federico García Lorca
dimecres, 18 de gener del 2017
Maria. Leonard Bernstein
Un fragment de West Side Story, cantat esplèndidament per Voces8, en un concert a Espanya l'any 2007
dilluns, 16 de gener del 2017
Sonata en La menor per a violoncel. Francesco Geminiani
Toca el violoncel Jaap Ter Linden
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Barroc,
Francesco Geminiani,
Violoncel.
divendres, 13 de gener del 2017
Duerme tranquilo. Alfonsina Storni
Dijiste la palabra que enamora
A mis oídos. Ya olvidaste. Bueno.
Duerme tranquilo. Debe estar sereno
Y hermoso el rostro tuyo a toda hora.
Cuando encanta la boca seductora
Debe ser fresca, su decir ameno;
Para tu oficio de amador no es bueno
El rostro ardido del que mucho llora.
Te reclaman destinos más gloriosos
Que el de llevar, entre los negros pozos
De las ojeras, la mirada en duelo.
¡Cubre de bellas víctimas el suelo!
Más daño al mundo hizo la espada fatua
De algún bárbaro rey Y tiene estatua.
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Alfonsina Storni
diumenge, 8 de gener del 2017
An Irish Blessing. Trad. Irlandesa. Arr. James E. Moore
May the road rise to meet you,
may the wind be always at your back.
May the sun shine warm upon your face,
and the rains fall soft upon your fields.
And until we meet again,
may God hold you in the palm of His hand.
May the sun make your days bright,
may the stars illuminate your nights,
may the flowers bloom along your path,
your house stand firm against the storm
And until we meet again,
May God hold you in the palm of His hand.
may the wind be always at your back.
May the sun shine warm upon your face,
and the rains fall soft upon your fields.
And until we meet again,
may God hold you in the palm of His hand.
May the sun make your days bright,
may the stars illuminate your nights,
may the flowers bloom along your path,
your house stand firm against the storm
And until we meet again,
May God hold you in the palm of His hand.
Que els camins ens portin a trobar-nos,
que el vent sempre et bufi a favor.
Que el sol t'escalfi la cara
i la pluja caigui suau sobre els teus camps.
I mentre no ens retrobem,
que Déu et porti a la palma de la seva mà.
Que el son faci els teus dies brillants,
que les estrelles il·luminin les teves nits,
que les flors floreixin per tot el teu camí,
i que la teva casa es mantingui forta amb les tempestes.
I mentre no ens retrobem,
que Déu et porti a la palma de la seva mà.
que el vent sempre et bufi a favor.
Que el sol t'escalfi la cara
i la pluja caigui suau sobre els teus camps.
I mentre no ens retrobem,
que Déu et porti a la palma de la seva mà.
Que el son faci els teus dies brillants,
que les estrelles il·luminin les teves nits,
que les flors floreixin per tot el teu camí,
i que la teva casa es mantingui forta amb les tempestes.
I mentre no ens retrobem,
que Déu et porti a la palma de la seva mà.
L'arranjament que sentiu és de James E. Moore.
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James E. Moore
divendres, 6 de gener del 2017
Die heiligen drei Könige. R. Strauss
Canta Elisabeth Schwarzkopf
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R. Strauss
dilluns, 2 de gener del 2017
Nuit d'hymenée. (Romeu i Julieta) Gounod
Anna Netrebko i Roberto Alagna, en aquest deliciós fragment de la òpera Romeu i Julieta, de Gounod.
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Roberto Alagna
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